Extracto de la entrevista de Joël Roman a Christine Delphy, aparecida en “Les idées en mouvement”, revista de la “Ligue de l’Enseignement”, nº 198, abril 2012.
Ciertos discursos feministas ven en la prostitución una libertad que se debería proteger a través de un estatus profesional para las prostitutas. Usted defiende al contrario la posición abolicionista. ¿Cuál es el sentido de su posición?
No podemos confundir la prostitución con una simple forma de libertad sexual. El 95% de la prostitución se deriva de la trata de seres humanos. La mayor pate de prostitutas son llevadas a la prostitución por redes mafiosas: es una de las formas de la esclavitud moderna. Estas mujeres se encuentran en situaciones espantosas, y tienen miedo por sus famílias que se han quedado en su país. Su “formación” consiste en una serie de violaciones repetidas, para que ellas no tengan ninguna idea de su propia dignidad, de sus propios derechos. Es lo peor del liberalismo.
A menudo la gente confunde el abolicionismo con el prohibicionismo, la represión de las prostitutas, como ocurre en los EUA. La posición abolicionista no dice nada ni a favor ni en contra de la prostitución. La prostitución no está prohibida en Francia; solamente lo está el proxenetismo. Las prostitutas pueden pagar impuestos y cotizar en la Seguridad Social y por la pensión de jubilación. En Francia, el abolicionismo no es completo porqué con la Ley sobre la seguridad interior, el delito de “atración” (raccolage) suprimido por François Mitterrand ha vuelto a ser introducido en los textos, y esta represión es contraria a la convención abolicionista: para que ésta sea respetada, el acoso policial debe cesar.
Por otro lado, nunca nadie ha explicado claramente en Francia lo que esta profesionalización proporcionaría de más a las prostitutas. En Holanda, este estatus ha beneficiado en realidad a los proxenetas. Y en Francia, es claramente lo que pide el presidente del Strass (sindicato de trabajadores/as sexuales): que las prostitutas puedan ser asalariadas, que ellas puedan tener un “patrón”. La ley abolicionista reprime el hecho de aprovecharse de la prostitución de alguien: el proxenetismo. Entonces, lo que se pide con la “legalización de la prostitución” es la abrogación de la ley abolicionista: el proxenetismo dejaría de ser un delito para volverse una profesión.
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