No nos corresponde a los hombres, por muy feministas y solidarios que nos declaremos, opinar sobre cómo deberían las mujeres gestionar sus movimientos o conducir sus debates. Y no sólo por causa de nuestra tradicional inclinación a colonizar esos espacios, ejerciendo sobre ellos paternales “protectorados”. No sólo por eso. También por una razón más actual e inquietante: es perceptible que asistimos a toda una ofensiva cultural y política destinada a forzar parcelas de privacidad duramente conquistadas e incluso a desdibujar a las propias mujeres como sujetos de un combate emancipador. Una parte de la izquierda se muestra permeable a esa ofensiva o se deja arrastrar por ella. Otra parte permanece perpleja y llena de dudas. Se intuye, sin embargo, que la disputa por decidir el semblante del feminismo del siglo XXI condensa los grandes problemas en que se debate nuestra sociedad.
Tampoco hemos sido necesarios para establecer ese diagnóstico…
View original post 852 more words
Deixa un comentari