PREFACIO DE CHRISTINE DELPHY AL LIBRO DE JOHN STOLTENBERG
Os presentamos una traducción al castellano del prefacio en francés de Christine Delphy del libro de John Stoltenberg (traducción francesa a cargo de Mickaël Merlet, Yeun L-Y y Martin Dufresne) “Refuser d’être un homme. Pour en finir avec la virilité”. Ed. Syllepses (2013). El libro original en inglés (1988, reed. 2000) está disponible aquí: Refusing to be a Man: Essays on Sex and Justice
“¿Por qué publicar un libro de un hombre en una colección feminista, que publica normalmente libros escritos por mujeres? ¿Esto significa no respetar los principios del feminismo radical? En mi opinión, no. El movimiento feminista de la segunda ola, nacido en la década de 1970 en todos los países occidentales, y que se inspiró en el movimiento estadounidense por los derechos civiles, consideraba –y por mi parte considero todavía- que la liberación de las personas oprimidas debe ser obra de ellas mismas; que la intervención de los hombres en las reuniones, las reflexiones, las publicaciones feministas tiene demasiado a menudo como resultado hacer funcionar de nuevo el prestigio que tiene el grupo dominante ante el grupo dominado; y de este modo permitir a este grupo continuar jugando su rol “natural”: dirigir y ejercer su poder hasta en los lugares que tienen por objetivo impugnarlo.
Y es lo que constatamos, estudiando la historia del feminismo, u observando las prácticas contemporáneas: los expertos blancos disertan sobre la opresión de los grupos racializados, los y las expertas heterosexuales disertan sobre la opresión de las lesbianas y los gays.
Y “porque a los hombres también les afecta el sexismo”, los expertos-hombres se entrometen en la teoría feminista: dan sus definiciones de lo que sufren las mujeres, definiciones que no son necesariamente las mismas que dan las mujeres. Más bien, definiciones que necesariamente no son las mismas. Así, su simpatía y su interés se vuelven pretextos para introducir una opinión más “razonable”, más “equilibrada” (“hay culpa de los dos lados”) y para meter en la agenda feminista temas que ellas no han escogido. En otros términos, hoy como en 1970, ellos hablan en lugar de las mujeres.
Entonces es justo rechazarles este rol. Pero ¿esto significa que no tienen ningún lugar en esta lucha? No. Tienen una: la suya. En el momento en que paren de hablar supuestamente de nuestro lugar, y en nuestro lugar, y que hablen a partir de su lugar, y sobre su lugar, podemos de nuevo escucharlos.