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Desde la Plataforma Catalana por el Derecho a No Ser Prostituidas, de la cual soy activista y ayudé a fundar, siempre nos hemos declarado contrarias a cualquier política prohibicionista de la prostitución que criminalice a las personas prostituidas. Por eso, me alegro que el Ayuntamiento de Barcelona tome la iniciativa (¡finalmente!) de dejar de penalizar y multar a las mujeres en situación de prostitución, como prevé la ordenanza del cinismo en vigor en Barcelona desde 2006. Esta ordenanza, así como la Ley 10/2011 que penaliza a las mujeres prostituidas en las carreteras, son medidas prohibicionistas que siempre hemos denunciado enérgicamente. Desde una perspectiva feminista, es una vergüenza que personas en situaciones de precariedad elevadísimas sean, además, castigadas por la administración pública. Decimos NO a la criminalización de la pobreza (que, como sabemos, tiene cara de mujer).
Por el contrario, nos oponemos también firmemente a la ilusión de poder regular, a cualquier nivel (municipal, autonómico, estatal) el “trabajo sexual voluntario” porque nos oponemos a cualquier reglamentación de la prostitución. Éste es precisamente el espíritu de la lucha abolicionista feminista, lucha que la mayoría de la gente desconoce o confunde con el prohibicionismo. El abolicionismo feminista reivindica la abolición de la reglamentación de la prostitución. Porque la regulación, que históricamente ha representado controles sanitarios y policiales humillantes para las personas prostituidas (y nunca de los mal nombrados “clientes”) NO crea condiciones de mejora de la vida de las primeras. Y tenemos mil ejemplos, porque tanto en el siglo XIX como en el siglo XX y XXI la prostitución ha sido objeto de reglamentaciones diversas. El abolicionismo y las críticas de la prostitución como institución patriarcal y capitalista han sido hechas por luchadoras tan diversas como Josephine Butler (Inglaterra), Louise Michel (Francia), Alexandra Kollontai (Rusia), Mujeres Libres en el nuestro país, y un largo etc.
La idea de “regular el trabajo sexual voluntario” no es ninguna novedad
La idea de “regular el trabajo sexual voluntario” no es ninguna novedad. En Alemania, en el 2002, el partido de los Verdes (que las feministas alemanas consideran “proxenetas verdes”) ya pretendió “regular el trabajo sexual voluntario”, siendo el resultado de la ley alemana (Ley ProstG) un fracaso estrepitoso reconocido por el propio gobierno (gobierno proxeneta, sea dicho de paso). La primera evaluación de la ley fue hecha en el 2007 [i], con el resultado siguiente: