Nosotras, las abajo firmantes, mujeres de ascendencia africana y activistas de obediencia no violenta, investigadoras, responsables de distintas organizaciones o corrientes de pensamiento queremos dirigirnos a la SlutWalk (“Marcha de las putas”, “Marche des salopes”). En primer lugar, querríamos felicitar a sus organizadoras por su movilización, audaz y amplia, para poner fin a la vergüenza y la culpabilidad de las víctimas de agresiones y malos tratos. Nos sentimos orgullosas de vivir un momento en que los y las jóvenes tienen la oportunidad de participar en actos extraordinarios de resistencia contra la opresión de las mujeres, desafiando los mitos que confortan la cultura de la violación.
Las palabras del policía de Toronto, que desencadenaron la primera SlutWalk, sirvieron para trivializar, omitir y negar la experiencia permanente de la explotación sexual, de las agresiones y la opresión que sufren las mujeres. Constituyen un ataque contra nuestra conciencia colectiva. Negar una violación u otras formas de violencia contra el cuerpo de una mujer, invocando como excusa su vestimenta, su comportamiento en el trabajo, su adicción a las drogas, su clase social, y – cuando su cuerpo es de color negro o moreno -, su raza, nos lleva a reafirmar con claridad que ninguna mujer merece ser violada.
Lo que cuestionamos
Estamos profundamente preocupadas. En tanto que mujeres y jóvenes negras, no encontramos ningún espacio para nosotras en la SlutWalk. Ningún espacio inequívoco para denunciar la violación y las agresiones sexuales tal como nosotras las hemos experimentado. Estamos perplejas ante la utilización del término “guarra” (slut; en el caso del Estado español, la adaptación ha sido “puta”) y las implicaciones de esa palabra; es algo así como si dijéramos que hay que recuperar la palabra “perra” o “negrata”. La manera en que se nos percibe y lo que nos pasa, antes, durante y después de una agresión sexual va mucho más allá de la forma de vestir. Se trata de algo muy estrechamente vinculado con nuestra particular historia. En los Estados Unidos, la esclavitud y el Jim Crow (secuestros, violaciones, linchamientos y falsas representaciones de género) en combinación, mucho más recientemente, con la lucha de las mujeres emigrantes negras, han dado forma a nuestras sexualidades femeninas negras: la palabra “guarra” (o “puta”) hace eco a distintas vivencias propias de las mujeres negras. Nosotras no nos reconocemos, ni vemos reflejadas nuestras experiencias en la SlutWalk, sobre todo en su enunciado y su etiqueta.
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